lunes, 22 de agosto de 2011

Presentación

Este libro es el producto de una investigación desarrollada entre 2004 y 2009 como tesis para la obtención del grado de Doctor en Historia y Civilización en la École del Hautes Études en Sciences Sociales de París, bajo la dirección del profesor Juan Carlos Garavaglia, con el título L'Economie du vin d'Arequipa. Les vallées de Vitor, de Majes et de Moquegua entre 1770 et 1850. La sustentación se llevó a cabo el 11 de junio de 2009, ante un jurado presidido por Nikita Harwich, e integrado por Jean Piel, Juan Carlos Estenssoro y mi asesor, que otorgó a este trabajo la mención de felicitación, la más alta de todas.
         Se trata del estudio de la curva de producción de vino en las haciendas de los tres principales valles vinícolas de la región de Arequipa en tiempos coloniales, que fue posible reconstruir a partir de los registros del diezmo, principalmente de las tazmías, nombre con el que se designaba a los censos de productividad que la Iglesia realizaba anualmente para poder determinar el monto que debía cobrar a los hacendados. Como se sabe, el diezmo era la porción de la producción agrícola que se debía entregar a la Iglesia. Normalmente, su recaudación se efectuaba en forma indirecta, es decir, a través de intermediarios. De este modo, periódicamente se llevaban a cabo subastas mediante las cuales la Iglesia remataba los derechos de cobro. No obstante, en algunos casos, como en el del vino de los valles de Vítor, Majes y Moquegua, sin duda por el altísimo valor de su producción, la Iglesia prefería hacer el cobro en forma directa, sin intermediarios, de manera que enviaba a sus agentes a cada una de los viñedos a determinar el monto de la producción de cada uno de ellos. Se elaboraba así la tazmía. En el Archivo Arzobispal de Arequipa se pudo recopilar casi la totalidad de las tazmías elaboradas para los tres valles entre 1770 y 1853.
         No estamos ante datos anecdóticos, porque el vino fue, y muy de lejos, el principal producto agrícola de la región de Arequipa durante todo el período colonial. En efecto, al echar un vistazo, por muy somero que éste sea, a la historia del extenso territorio que por entonces conformó el obispado y luego la intendencia de Arequipa, o más precisamente, a todos los valles que se encuentran en la vertiente occidental andina entre Acarí y Tarapacá, es inevitable toparse con el vino. Sea en los textos de las crónicas, en las listas de compras de los conventos, los registros del diezmo, o también en el contenido de los contratos notariales, el detalle de los inventarios testamentales, o en la aridez de los informes oficiales, encontraremos siempre referencias directas e indirectas a esta bebida, o al aguardiente que a partir de ella se elaboraba. No hay manera de negarlo: la viticultura acompaña la historia de Arequipa prácticamente desde su fundación.
         Haber podido detallar los montos de producción de vino en los tres más importantes valles de la región, colma un importante vacío en la historia económica del Perú, a lo largo de un período tan crucial como es el tránsito de la colonia a la república. Pero éste no es el único aporte de este libro, porque al tratarse de un producto tan valioso, era indispensable intentar abordar mucho más que la simple descripción de la curva en cuestión. En efecto, el libro estudia también otros productos agrícolas de importancia, como son el trigo, el maíz y las papas, aborda la problemática de los precios, así como el de la comercialización del vino y de su aguardiente en los espacios de consumo en todo el sur andino, revalorizando la dimensión e importancia del mercado interno colonial. Precisamente, la idea de “economía del vino”, en torno a la cual gira toda la investigación, se refiere a todo el conjunto de relaciones económicas articuladas en la escala local, regional y macro regional en torno a la viticultura.
         Quienes trabajamos temas históricos, sabemos muy bien que se trata de una tarea interminable, en la medida en que jamás se logrará una reconstrucción completa del pasado. También que no es cuestión únicamente de registrar los datos que nos permitan presentar una cadena lineal más o menos completa de los acontecimientos acaecidos a lo largo del tiempo, sino de explicar y dar sentido a la compleja evolución de las estructuras mentales y culturales, sociales y económicas, religiosas y políticas, desde una perspectiva temporal que haga factible la observación de sus movimientos. Como resultado, mientras más se sabe de alguna problemática o situación histórica específica, más se hacen evidentes las limitaciones de nuestro conocimiento, se descubren nuevas lagunas, y lo más importante, se plantean más preguntas. Este es el objetivo de este esfuerzo.